Llegar hasta la bocatoma de Quebrada Honda lleva entre tres y cuatro horas, y requiere de toda la fortaleza para lograr terminar el recorrido a
pie de unos 15 kilómetros desde la ciudad, hasta lo profundo de la cordillera Oriental.
Pendientes empinadas, piedras inmensas, resbaladizas a un costado del río Guatiquía, caños que congelan los dedos de los pies, más aún cuando llueve, que ocurre de manera frecuente, y un camino lleno de curvas que deja
temblando las piernas del cansancio.
Ese es el recorrido semanal para unos y diario para otros de los 30 operarios dela Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Villavicencio (EAAV) que cumplen labores en la montaña, con el compromiso total por recuperar el sistema y evitar que las obras se la entreguen a un contratista, que generalmente eleva los costos y tiempos de recuperación de los daños.
Terminar el recorrido no es imposible, pero requiere de gallardía; aunque la vista, los hermosos paisajes que se aprecian a lo largo del cañón del Guatiquía y el oxígeno más puro, son el premio para quienes adelantan esta travesía, subir las máquinas es ‘’otro cuento’’, como dicen ellos, pues llegan normalmente hasta el punto conocido como La Tarabita, y de ahí hasta la bocatoma, tienen que abrirse paso por las torrentosas aguas del Guatiquía, que se hacen aún más feroces cuando llueve en la parte alta de la montaña y, en muchas ocasiones, detiene la subida de estos equipos tan necesarios para la remoción del voluminoso material que sepultó la bocatoma